Convertir estrategia grandiosa en desempeño grandioso
Por Michael C. Mankins y Richard Steele
A pesar de la enorme cantidad de tiempo y energía que la mayor parte de las empresas le dedican al desarrollo de estrategia, muchas tienen muy poco que mostrar como resultado de su esfuerzo. Nuestra investigación sugiere que en promedio solo 63 por ciento cumplen con el desempeño financiero que sus estrategias prometen. Aún peor, las causas de esta brecha entre estrategia y desempeño son prácticamente invisibles para la alta gerencia…
Lo que emerge de los resultados de nuestra encuesta es una secuencia de eventos que es algo así: las estrategias son aprobadas pero comunicadas mal. Esto a su vez, hace que la traducción de las estrategias en acciones y en planes de recursos sea prácticamente imposible. Los niveles inferiores de la organización no saben qué deben hacer, cuándo deben hacerlo, o cuáles recursos serán necesarios para entregar el desempeño que la alta gerencia espera. De consecuencia, los resultados esperados nunca se materializan. Y debido a que no se responsabiliza a nadie por la carencia, el ciclo de sub desempeño se repite, a menudo, por muchos años…
La brecha entre estrategia y desempeño fomenta una cultura de sub desempeño. En muchas empresas, se refuerzan—y hasta se amplifican—las disrupciones entre planificación y ejecución debido a un insidioso cambio en la cultura…
Primero, planes no realistas crean a lo largo de la organización la expectativa que los planes simplemente no se cumplirán. Luego, a medida que la expectativa se convierte en experiencia, se vuelve una norma que los compromisos de desempeño no se mantendrán. Y así, los compromisos dejan de ser promesas obligatorias con consecuencias reales. En vez de esforzarse para asegurar que se cumplen los compromisos, los gerentes, con la expectativa del fracaso, buscan protegerse de las eventuales repercusiones. Emplean tiempo en cubrir sus rastros en vez de identificar acciones para mejorar el desempeño. La organización se hace menos autocrítica y menos honesta intelectualmente acerca de sus deficiencias. Por consecuencia, pierde su capacidad de desempeñarse.